Como la habitación que era mi guarida, y un día desafortunado, las paredes comenzaron a desplazarse hacia mí, amenazando con aplastarme.
Como tú, que también fuiste mi escondite, hasta que tus labios y tus manos se endurecieron y enfriaron tanto que te convertiste en pared.
Cómo no querías provocar a mis demonios?... si te diriges hacia mí con toda la intención de reducirme a nada.
He de aprender a no esconderme, tras paredes que se vuelvan contra mí.
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