viernes, 13 de abril de 2012

Si no somos… nos hacemos.



"La neurosis, la psicosis no son fragmentos de vida, sino estados en los que se cae cuando el proceso está interrumpido, impedido, cerrado.

La enfermedad no es proceso, sino detención del proceso.

[...] el escritor como tal no está enfermo, sino que más bien es médico, médico de sí mismo y del mundo.

El mundo es el conjunto de síntomas con los que la enfermedad se confunde con el hombre". (los síntomas son fractales, Germán E. Berríos.)

"La literatura se presenta entonces como una iniciativa de salud:
no forzosamente el escritor cuenta con una salud de hierro[…] pero goza de una irresistible salud pequeñita[…] De lo que ha visto y oído, el escritor regresa con los ojos llorosos y los tímpanos perforados.”

El escritor, el que construye, el que compone, observa, experimenta, en si y en el entorno “cada cosa”, pero no se espanta, ni se vence, lo sigue haciendo, busca comprender. Si “interrumpe su proceso, se enferma”; y si no hay escritores, si no hay quienes construyan espacios abiertos, la sociedad enferma y si la sociedad enferma, esta “detenida”… y esto va para los que piensan que el Arte no sirve para nada, o para los que opinan que “pensar” es improductivo o para los que se dieron por vencidos, enfermaron y enferman a sus hijos confundiendo libertad con poder.

“¿Qué salud bastaría para liberar la vida allá donde esté encarcelada por y en el hombre, por y en los organismos y los géneros?[…] hasta donde llegara, dando fe hasta el final de una nueva visión a la cual se va abriendo al pasar.

La salud como literatura, como escritura, consiste en inventar un pueblo que falta. Es propio de la función fabuladora inventar un pueblo.”*
Si no somos… nos hacemos. 

Hay que leer, eso no puede faltar si se pretende, por ejemplo, “dirigir un país”.  Pero y dónde se refleja lo que uno disque lee, donde se reflejan los títulos que uno disque va obteniendo,  o dónde se proyecta lo que uno es?... en LO QUE ESCRIBE, en lo que hace, en su familia, en sus amigos, en la manera en la que nos relacionamos con nosotros y con el entorno. Por eso hay que percatarse y saber diferenciar a los seres humanos de los personajes despersonalizados, y elegir.

Por lo pronto yo intento leer (porque sinceramente no leo tanto como quisiera y se debe notar en lo que escribo, estoy consciente de ello pero no dejo de hacerlo, ¿cómo dejar de pensar, como dejar de observar, como dejar de hacer las cosas que me acercan a conocerme? Y por lo menos a transformar algo en mi misma), yo intento escribiendo, yo lo intento pintando, yo lo intento educando a mi hija. Por lo pronto me enfoco en que ella lea y escriba, lo que a ella le interese. Porque no se trata de saturarlos de información sino también de que se enseñen a procesarla, a seleccionarla y a construir algo.

No se trata de formar líderes, sino seres humanos que puedan prescindir de uno.

* Crítica y clínica. Gilles Deleuze. pp. 8 y 9.

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