Los niños no tienen prisa, los viejos tampoco. El que no es
niño ni viejo esta apresurado, como si no quisiera perderse de algo mientras se
olvida entre tanto.
Los niños desean, necesitan, se estremecen y sobre todo
disfrutan verdaderamente el contacto físico, las muestras genuinas de afecto,
ser tomados en cuenta, ser RECORDADOS, estar acompañados, tanto como los
viejos.
Los niños se inventan y cuentan muchas historias, los viejos
tienen muchas historias que contar. El que se olvida que fue (es) niño y será
(es) viejo, no escucha, ni siquiera a si mismo.
Dicen que los niños son crueles y que los viejos son necios,
si esto fuese así, ante la indiferencia de quien de ellos se olvida, no es
nada. No hay cosa más cruel, ni actitud más necia que la indiferencia.
Hay niños que son encantadores y viejos que me encantan, sin
mayor esfuerzo, sin posturas, sin apariencias, son cristalinos, son ellos
mismos, no tienen la necesidad de ser alguien más o algo más.
Pero no todo lo que vemos es lo que es. Hay niños en cuerpos
de viejo, viejos en cuerpos jóvenes, mujeres
en cuerpos de hombres o viceversa. Nacen pequeñas hadas de madres brujas,
chamanes que son duendes, hay bestias en cuerpos humanos, y cuerpos desintegrados por la multiplicidad
de lo que se puede ser y no ser.
Es, y solo es la historia que se cuenta, por eso es que me
encantan los niños y los viejos, las niñas y las ancianas, se toman el tiempo
de contar y darle ese toque de sorpresa, de novedad, un toque nutritivo a cada
palabra que tocan.
De las cosas que me sorprenden en cuanto al uso de la
palabra están; la experimentación con la palabra, es decir, la “palabra nueva” en la construcción y concepción de ideas en la
voz de un niño, y por otro lado, las palabras escasas pero exquisitas en la voz
del viejo. Mis maneras en este momento tienden
más a la fascinación por la composición compleja, pero eso no me impide disfrutar
de las ideas sencillas, concretas, directas, espontaneas, por eso es me gusta mas escuchar a los niños y
a los viejos, la sabiduría pura solamente viene de ellos.
Foto: Nonantzi (Quilla y bisabuela)
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