miércoles, 23 de mayo de 2012

Los niños y los viejos.




Los niños no tienen prisa, los viejos tampoco. El que no es niño ni viejo esta apresurado, como si no quisiera perderse de algo mientras se olvida entre tanto.
Los niños desean, necesitan, se estremecen y sobre todo disfrutan verdaderamente el contacto físico, las muestras genuinas de afecto, ser tomados en cuenta, ser RECORDADOS, estar acompañados, tanto como los viejos.
Los niños se inventan y cuentan muchas historias, los viejos tienen muchas historias que contar. El que se olvida que fue (es) niño y será (es) viejo, no escucha, ni siquiera a si mismo.  
Dicen que los niños son crueles y que los viejos son necios, si esto fuese así, ante la indiferencia de quien de ellos se olvida, no es nada. No hay cosa más cruel, ni actitud más necia que la indiferencia.
Hay niños que son encantadores y viejos que me encantan, sin mayor esfuerzo, sin posturas, sin apariencias, son cristalinos, son ellos mismos, no tienen la necesidad de ser alguien más o algo más.
Pero no todo lo que vemos es lo que es. Hay niños en cuerpos de viejo, viejos en cuerpos jóvenes,  mujeres en cuerpos de hombres o viceversa. Nacen pequeñas hadas de madres brujas, chamanes que son duendes, hay bestias en cuerpos humanos,  y cuerpos desintegrados por la multiplicidad de lo que se puede ser y no ser.
Es, y solo es la historia que se cuenta, por eso es que me encantan los niños y los viejos, las niñas y las ancianas, se toman el tiempo de contar y darle ese toque de sorpresa, de novedad, un toque nutritivo a cada palabra que tocan.
De las cosas que me sorprenden en cuanto al uso de la palabra están; la experimentación con la palabra, es decir, la “palabra nueva”  en la construcción y concepción de ideas en la voz de un niño, y por otro lado, las palabras escasas pero exquisitas en la voz del viejo.  Mis maneras en este momento tienden más a la fascinación por la composición compleja, pero eso no me impide disfrutar de las ideas sencillas, concretas, directas, espontaneas,  por eso es me gusta mas escuchar a los niños y a los viejos, la sabiduría pura solamente viene de ellos.

Foto: Nonantzi (Quilla y bisabuela)

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