Pintar es un trabajo aparentemente muy solitario, donde aprendes a percibir otras compañías que carecen de forma física, de nombre, de protagonismo.
Los imaginarios o las presencias les llamo, pero son más que imaginarios, se han vuelto amigos que siempre están al comenzar los trazos; observan, susurran, bailan, guían y llenan el lugar de misticismo y diálogos que no suceden en otro lugar ni con las personas.
A veces las mejores compañías te encuentran.
A veces las mejores compañías no tienen forma ni nombre.
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